SAO PAULO. El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva no es un prófugo de la justicia, pese a no haberse entregado dentro del plazo fijado, porque las autoridades saben donde está y no han intentado arrestarlo. Al momento se refugia en el Sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campos (afueras de Sao Paulo). AFP
El plazo para el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva llegó a su fin.
Lula no es un prófugo de la justicia, pese a no haberse entregado dentro del plazo fijado por el juez Sergio Moro, porque las autoridades saben donde está y no han intentado arrestarlo, explicó la asesoría de comunicación del magistrado.
Más de una hora después de la hora señalada, el expresidente saludaba a miles de manifestantes congregados frente al Sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campos (afueras de Sao Paulo), donde permanece desde la noche del jueves, cuando fue emitida la orden de arresto.
No se entregará en ninguna comisaría
Entre versiones de negociación entre los abogados de Lula y las autoridades para una posible entrega, el diputado Ze Geraldo del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), de Lula, dijo que el líder de 72 años pasará la noche en el sindicato en el que inició su ascenso político hasta la presidencia.
"Ya está definido: Lula no va a Curitiba (sur). Vamos a pasar la noche aquí. Esa decisión ya fue tomada (...), después se negociará cómo sigue", señaló desde el interior del edificio.
Niegan nuevo recurso
Un magistrado del Supremo Tribunal de Justicia (STJ) denegó este viernes el recurso presentado por la defensa de Luiz Inácio Lula da Silva para evitar la prisión del expresidente brasileño, informó el STJ a la AFP.
Un comisario de la Policía Federal (PF) en Curitiba, Igor Romario de Paula, dejó la puerta abierta a otro tipo de arreglos, admitiendo que Lula pueda entregarse en cualquier otro lugar para ser trasladado desde allí a la ciudad meridional.
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Fuentes declararon a Reuters que el exmandatario negociaba su entrega con la PF.
Lula, de 72 años, fue condenado a doce años y un mes de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero, como propietario de un apartamento ofrecido por una constructora para obtener contratos en Petrobras.
El expresidente ya estuvo 31 días detenido en 1980, cuando dirigía las grandes huelgas obreras contra la dictadura militar (1964-1985).
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